Si nos remontamos a los orígenes de las hermandades de la Soledad, hay que tener en cuenta que la hermandad primitiva o “matriz”, de la capital hispalense, es decir, la Soledad de San Lorenzo, fue la primera hermandad sevillana que cobijó a su titular mariana bajo un palio, en concreto en 1606. Hay que pensar, por lo tanto, que las hermandades que fueron surgiendo a imagen y semejanza de la hispalense también usaran en fecha temprana dicho elemento.
En cuanto a nuestra hermandad concierne, se sabe que posterior a esa fecha de 1606, nuestra titular poseyó cinco palios incluido el actual. El primero posiblemente fuese uno negro; posteriormente, según un inventario de 1726, ya poseía otro de color verde. De fines del siglo XVIII se recoge la siguiente documentación: “Ytem., un Paso en que va nuestra Señora el Jueves y Viernes Santo que es de esta Cofradía y dela del Smo. y Santa Vera-Cruz con doce varas para el Palio plateadas y dho Palio de felpa negra, flecos y entorchados de Seda con sus Tornillos y faldones de Bramante Negro”. Como se puede ver en esta fecha el palio era compartido por las hermandades de la Soledad y la Vera Cruz de Santiago. De 1797: “Ytem. Un manto de terciopelo negro que sirve de cielo raso con diez estrellas de plata. Ytem. Doce varas del palio y cuarenta sera”.
Ya en el siglo XIX, hay que destacar el inventario realizado en 1858 por los hermanos mayores Juan Negrón y José Navarro, donde se especifica el estreno de doce varas nuevas para el palio: “Primeramente un Paso de la Virgen del Viernes Santo con doce varas nuevas con doce perillas doradas y doce borlas de plata. Un cielo raso de terciopelo negro con sus flecos de plata y galón correspondiente y veintitrés estrellas de plata, cuatro fardones negros de holandilla y sus mangas”.
Junto al actual palio, la Hermandad conserva parte de algunas bambalinas de su antecesor también de color carmesí, que es reutilizado para la ornamentación de los diversos altares de cultos que se celebran en la parroquia durante el transcurso del año. A continuación es ofrecida la primera descripción que del mismo se recoge en el Artículo 5º del inventario efectuado en el año 1870: “-Un paso de la Virgen que sirve para el Viernes Santo con 12 varas de lata Labrada y cielo raso de terciopelo labrado con estrellas, un sol dorado con su cenefa de terciopelo labrado y un galón de Plata con su fleco del mismo metal. 12 Perillas de palo doradas, y 12 cordones con sus borlas de plata. Cuatro Faroles con sus varas de lata labradas, y además Cuatro candeleros de palo dorados con sus tuercas…”.
A raíz del inventario de 1870, la falta de inventarios periódicos, nos impiden ver hasta qué año procesionó Nuestra Señora de la Soledad bajo palio por las calles de la localidad el resto del siglo XIX, pues a finales del siglo la imagen pasó a formar parte del misterio del Duelo hasta los inicios de la década de los cuarenta de la siguiente centuria.
Será tras la Guerra Civil, cuando se comience a idear la realización de un nuevo palio, recaudando dinero para comprar los metros de terciopelo necesarios. Es en 1947 cuando es aprobado el proyecto de bordado del palio, siendo nombrado para ello director artístico de la Hermandad Juan Oliver, quien realizaría dicho diseño. Es en ese mismo año y tras crearse unas comisiones que irían recaudando dinero, cuando se comience a bordar la bambalina delantera en el convento sevillano de las Hermanas Trinitarias. Tal vez, por el menor coste del trabajo y por las buenas regencias llegadas a la Hermandad, se decidió realizar el resto del bordado de bambalinas y techo en el taller de doña Agustina Gómez de la localidad onubense de Cortegana. En 1958, Juan Oliver realizó un segundo dibujo de las bambalinas laterales, trasladándose él mismo a Cortegana para entregarlo. El diseño central del techo de palio fue retomado en 1967, siendo consultados varios pintores sevillanos, escogiéndose el proyecto de Maireles. La primitiva gloria contenía un óvalo con el relieve policromado de las tres Virtudes Teologales (Fe, Esperanza y Caridad). Este relieve se conserva hoy debidamente restaurado en la Casa Hermandad. El proyecto de Maireles sería la figura de Santiago Peregrino, a realizar en plata por Fernando Marmolejo, hecho que no ocurre hasta la década de los noventa.
En 1995 el techo de palio es restaurado en los talleres de Fernández y Enríquez, donde le son cambiadas todas las estructuras de madera y se colocan las carnes de marfil a los cuatro evangelistas y el Santiago Peregrino de la gloria.
Si atendemos a la descripción material y artística de la obra habría que reseñar en primer lugar que está realizado en terciopelo rojo, bordado en hilo de oro fino. Tiene caídas polilobuladas rematadas con flecos de bellota, formándose en la parte superior crestería. La bambalina delantera y trasera tienen incorporadas los cordones con las borlas, colgando también estas de cada uno de los varales. Prima, en el diseño de la obra el estilo neobarroco propio del artista Juan Oliver.
La bambalina frontal tiene bordado en su centro el escudo de la hermandad, realizado en oro y sedas de colores, rematado por una corona real sostenida por dos ángeles policromados. Las calles laterales contienen en su centro dos centros florales de rosas. En cuanto a la trasera, el centro acoge el emblema de la Soledad de María, es decir, la cruz en el Monte Calvario, sobre un resplandor y dos palmas entrecruzadas en su parte baja enmarcándolo todo. Sobre el emblema la cruz de Santiago y a los lados dos querubines, cuyos cuerpos son de hilo de oro y sus carnes policromadas, que sostienen la corona real. Hay que decir que la parte inferior del cuerpo de dichos ángeles están realizados con formas vegetales. Las calles laterales acogen como la frontal dos centros de rosas. En cuanto a las bambalinas laterales tienen bordadas diversos elementos, como conchas de Santiago, centros florales y palomas con flores y anagramas marianos en su pico.
El techo de palio está completamente cubierto de bordados con motivos vegetales que se van extendiendo por toda la superficie mediante roleos. Hay que destacar la gloria con un óvalo formado por un galón bordado que acoge la figura de Santiago Peregrino sosteniendo el cayado de peregrino, con las carnes de marfil. Por otro lado, en las esquinas del techo también aparecen con las carnes de marfil los bustos de los cuatro evangelistas sosteniendo cada uno su libro.
La orfebrería se fue realizando paulatinamente con el paso de los años. Los respiraderos fueron realizados por uno de los orfebres más importantes de la primera mitad del siglo XX, Andrés Contreras, en el año 1942. Son tres respiraderos, realizados en metal cincelado y repujado, en su mayoría plateado, excepto las cartelas que están doradas. En ellos destaca la virtuosidad técnica y artística del orfebre, conjugando elementos de diversos estilos y épocas, destacando la decoración de elementos vegetales, roleos, guirnaldas y veneras. En las esquinas, rematadas por una manigueta cada una, aparece el escudo Real y del Santo Entierro y Soledad. En total son siete las cartelas doradas que adornan los respiraderos, una en el frontal y tres en cada lateral. En ellas aparecen escenas de la vida de la Virgen y Jesús, destacando entre ellas la Curación del Ciego, la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel, Pentecostés, la Predicación de Jesús en el Templo, el Milagro del Vino, etc. Han sido plateados en dos ocasiones, en 1972 y 1996.
Destacan los varales del paso por ser unas piezas muy robustas y de gran grosor. Realizadas igualmente que los respiraderos por Andrés Contreras en 1942, siguiendo un diseño de Juan Oliver. Los doce varales, realizados en metal plateado, siguen un diseño neobarroco imperante en la época y unos cánones impuestos por las nuevas dimensiones de los pasos de palio, en concreto en nuestro caso, se tomaron medidas de uno de los pasos más esbeltos y proporcionados de la Semana Santa hispalense, el de Nuestra Señora de la Amargura. Proliferan las alusiones decorativas al Apóstol Santiago y en las bases de estructura cuadrada, un Apostolado. Hay tramos abalaustrados y cilíndricos, rematando en perillas de corte polilobulado. Fueron plateados en 1972.
La peana, realizada también por los talleres de Andrés Contreras en 1942, es de forma rectangular y de perfil abombado. Su decoración se limita a elementos vegetales y a un medallón central con la escena del Calvario. También ha sido plateada en dos ocasiones, en 1972 y 1996.
En cuanto a la candelería, hay que decir, que actualmente se está realizando una nueva en plata, proyecto llevado a cabo por los hermanos costaleros y que está realizándose en los talleres de Orfebrería Villarreal.
La que procesiona aún se data en 1979, realizadas en metal plateado, posee la típica estructura abalaustrada, con una decoración de corte neoclásico, a base de numerosos motivos geométricos y vegetales, como hojas de acanto invertidas. En la base poseen un óvalo con el nombre del donante de cada pieza.
Las jarras se dividen en dos grupos, laterales y delanteras. Las primeras son diseño de Juan Oliver y cinceladas en 1943 en metal plateado. Son un conjunto realmente bello, totalmente labradas y decoradas con motivos diversos, desde cruces de Santiago, decoración vegetal, hasta motivos pasionistas. Destacan por su originalidad las asas, que adquieren forma de grifo o dragón.
En cuanto a las jarras delanteras, son ocho y de pequeño formato, realizadas en plata de ley, se estrenaron en la Semana Santa de 2000, donadas por unos hermanos, se realizaron por el orfebre Agustín Donoso a imitación de las jarras laterales de Marmolejo.
Los candelabros de cola se realizaron, bajo firma de contrato de 10 de febrero de 1959, por el afamado orfebre Manuel Seco Velasco. Realizados en metal plateado, se conforman de la manera habitual de este tipo de piezas, formando una cascada de luz en la parte trasera del palio, con un total de doce guardabrisas cada uno. Cada guardabrisa se remata con una coronilla de metal plateado.
Para concluir con la orfebrería del palio habría que reseñar tres elementos más: en primer lugar, la pequeña imagen que preside la delantera del paso, siendo la misma la imagen de Nuestra Señora de los Reyes, Patrona de Sevilla y su Archidiócesis. Realizada en metal plateado por Fernando Marmolejo en 1951 y vino a rematar la magna obra de este paso procesional. Aparece con las carnes de marfil, sobre una peana con el escudo de la hermandad en el centro de la misma.
El llamador fue estrenado en el año 2000, al igual que el del paso de Cristo y está realizado en metal plateado, conformándose por un roleo vegetal, rematado en el extremo que se da el golpe con la torre de la parroquia de Santiago. Sobre el roleo aparece un angelito arrodillado que sostiene el escudo de la Hermandad.
Por último, decir que en el año 1956 se adquirieron seis ángeles lampadarios de metal plateado, de diversos tamaños para la delantera del paso. Estos ángeles apoyan una pierna en una peana mientras la otra la doblan, soportando entre sus manos un guardabrisa. Tiene una disposición oferente y sus cuerpos están revestidos de ropajes. Dos de ellos se colocan hoy en las esquinas de la peana de la Virgen iluminando con su vela la imagen.
Para rematar este grandioso conjunto quedaba un detalle, la realización de unos faldones bordados en oro. Estos fueron realizados en 2003 en terciopelo granate, en los talleres de “Bordados Salteras”, bajo diseño del vestidor de nuestra Titular, Juan Manuel Azuaya Polo. Donados por unos hermanos, acogen como motivo central el emblema de la Soledad de María, es decir, la cruz con el sudario en el Monte Calvario. Bajo la cruz aparece el anagrama mariano. Esto aparece en un óvalo que se rodea por una serie de roleos vegetales que se extienden a izquierda y derecha. Los broches también aparecen bordados. Los faldones se rematan en los bordes por un galón.
TEXTOS: Juan Prieto Gordillo
Profesor de la Universidad de Huelva
Historiador de la Hermandad