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Patrimonio de la Parroquia
La última gran reforma del templo santiaguista a finales del siglo XIX
En el año 1370 se otorga la primera Carta Puebla a la Villa de Castilleja, en aquellos momentos perteneciente a la Orden de Santiago. Los contenidos de esta carta fueron renovados posteriormente en 1405. Leemos pues en la cláusula número 20 de dicha carta lo siguiente: “Otrosí, mandamosles mas en condición que la Iglesia que se ha hecho en el dicho lugar do está la torre y todas estas cosas que en el dicho privilegio se contiene, prometemos por nos e nuestros sucesores que después de Nos serán en la Orden... E si alguno o algunos contra ello fueren o pasaren e quisieren ir o pasar en cualquier manera, haya la ira de Dios y del Apóstol Santiago y nuestro Señor el Rey e Nuestro”. Se desprende de la anterior cláusula que la parroquia de Santiago de Castilleja fue construida en las últimas décadas del siglo XIV.
Otra noticia interesante que ya nos centra en nuestro objeto de estudio es lo que extraemos del informe emitido como resultado de una de las continuas visitas que realizaban los miembros de la orden santiaguista a sus posesiones, en concreto, del año 1498, donde se describe el interior del templo parroquial: “...de dos naves pequeñas con ciertos pilares de ladrillos, está razonablemente tejada y enmaderada, con una torre hecha como de argamasa, una campana y un esquilón y una de comulgar; tiene a la puerta un portal hecho de tapias y las partes de cubierto; junto con el Altar mayor está un Sagrario hecho de azulejos con sus puertas..., y la Pila de Bautizar; el Altar en una Capilla que está cubierta de madera y en el Arco toral está una viga atravesada de está un Crucifijo de bulto, un San Juan y Santa María la Mayor; otro estofado en la pared pintado de pincel...”. Observamos por lo tanto que a finales del siglo XV ya existe una pila de bautismo que aparece en repetidas ocasiones mencionada en otros informes de visitas posteriores. Pero, ¿se trata de la pila de barro vidriado que nos ocupa? Casi con toda probabilidad podemos afirmarlo puesto que encaja perfectamente en fecha y estilo, en relación a otras conservadas en nuestra geografía.
Así, por ejemplo, conservamos pilas bautismales de cerámica vidriada de color verde en diversas poblaciones, principalmente en Andalucía y también en las Islas Canarias. Se podrían destacar la conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (procedente del Hospital de San Lázaro de la misma ciudad), la de la Parroquia de San Pedro de Carmona, la ermita de la Virgen de Gracia de Archidona, de la iglesia de San Miguel de Valsequillo (Gran Canaria) o en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Torres, en Jaén.
El origen de todas ellas no es conocido pero se vienen atribuyendo, tal y como hiciera Gestoso en su Historia de los barros vidriados sevillanos, a los alfares trianeros del siglo XV. Cabe la posibilidad que desde Triana se exportaran a todos estos territorios.
Bien es cierto que todas tienen un estilo en común, de influencia mudéjar, de gran tamaño y de color verde. El tamaño de las mismas sin duda debió ser una gran dificultad para sus autores, sobre todo en cuanto a su cochura y esmalte.
Pasando al análisis de la pieza que nos ocupa debemos comenzar situándola en la capilla bautismal de la iglesia parroquial matriz de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta (Sevilla). Dentro de este templo, esta capilla se ubica a los pies de la nave de la Epístola, estando colocada directamente sobre la solería del mismo. Debido a las diferentes reformas y reconstrucciones de este templo parroquial, la misma ha debido ser trasladada de lugar en diferentes ocasiones, de ahí su mal estado de conservación, sobre todo en su pie cilíndrico, que se encuentra muy desgastado y roto en ciertas partes, unidas tras las roturas.
De alto mide 1,11 m. y de ancho en la boca circular de la pila 0,84 m., estando conformada de dos piezas bien diferenciadas: un pie cilíndrico y la pila en sí, de forma circular. Tanto el pie como la pila están pintados en verde manganeso y tienen su superficie externa completamente decoradas con relieves de múltiples tipos que a continuación describiremos. Esta labor decorativa fue aplicada sobre la superficie lisa de la pila, mediante plaquitas que eran moldeadas aparte. Realmente no existe una planificación a la hora de colocar estas placas, ya que se van ubicando sin orden alguno con el mero fin de ir rellenando los huecos lisos existentes en la superficie. Tampoco existe una clara intención iconográfica ya que estos motivos no tienen una relación entre sí.
Comenzando con la descripción de la obra, desde el borde superior de la pila hasta la base del pie, lo primero que observamos es la existencia de un cordón, del tipo franciscano con nudos a cada cierta distancia que rodea toda la boca. A continuación, otro reborde fino y liso que deja ya paso en una ancha franja, a los diversos motivos que se van alternando. Como motivo central y rodeando toda la copa de la pila se extiende un rameado ondulante con hojas de cardina. En los huecos libres que quedan se colocan los diferentes elementos: perros, leones, castillos, dos tipos de flores de lis, bellotas y ramilletes de hojas. También se incluyen figuras humanas de diferentes gestos y con atributos indescifrables. Bien pueden ser santos, apóstoles, la Virgen, etc.
Una vez concluida la franja de la copa, de forma lisa se une la parte superior de la pila al pie cilíndrico y es en este pie, en un total de cinco franjas superpuestas y rodeando toda la superficie, donde se colocan de nuevo, aunque muy desgastadas, gran cantidad de figuras humanas que resultan prácticamente irreconocibles.
Podemos considerar, por lo tanto, que nos encontramos ante un bello ejemplar, que formó parte de una serie de piezas realizadas principalmente en el siglo XV, que milagrosamente han llegado a nuestros días, más aún conociendo las prohibiciones que llegaron a existir sobre la realización de estas obras en barro, como recoge Gestoso en su Historia de los barros vidriados sevillanos, para que las nuevas pilas realizadas fueran en piedra y las que existían de este tipo, desechadas por otras en piedra.
Aún hoy, con más de quinientos años de antigüedad, la pila bautismal de la parroquia de Santiago de Castilleja, sigue cumpliendo la función para la que fue creada por los alfares mudéjares trianeros.
BIBLIOGRAFÍA:
GESTOSO Y PÉREZ, José: Historia de los barros vidriados sevillanos. Sevilla. 1904.
GESTOSO Y PÉREZ, José: Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, T. XXVII. Madrid. 1919.
PRIETO GORDILLO, Juan: La Villa de Castilleja de la Cuesta. Puerta del Aljarafe: Historia Social. Sevilla. 2010.
Texto y Fotografías: Manuel Pablo Rodríguez Rodríguez.