Se finalizaba la primera parte del artículo dedicado a la Hermandad Sacramental de la Santa Vera Cruz de Santiago, haciendo mención al recinto donde fue fundada dicha Corporación, el Hospital del Cuerpo de Cristo. De dicho recinto se tienen noticias hasta comienzos del siglo XVII, desapareciendo para el resto de sus días durante el primer tercio de la centuria.
Una nueva referencia a la Corporación Crucera se ofrece tras la Visita efectuada por los miembros de la Orden de Santiago en el año 1574. En esta ocasión, se hace mención a las cuentas tomadas a las Hermandades que ya por aquel entonces residían en la Iglesia parroquial de Santiago: Cofradía y Hermandad del Santísimo Sacramento y Vera Cruz, Cofradía de Santiago y San Sebastián, Cofradía y Hermandad de Santa María de la Soledad y Entierro de Jesucristo, así como a los mayordomos Martín Cabrera y Francisco de Aguilar, quienes habían desempeñado sus cargos desde el año 1571 hasta la mencionada fecha.
El siglo XVII se iniciaba con uno de los asuntos pendientes por la Casa de Olivares que se arrastraban desde 1624, era el de la compra de la Calle Real de Castilleja de la Cuesta, que había constituido el segundo intento frustrado de don Pedro de Guzmán. En dicho año su nieto don Gaspar de Guzmán solicitaría de la Real Hacienda, la compra de la citada calle de Castilleja, que pertenecía desde la Reconquista al término concejil de la vecina Villa de Tomares, de la que dependía a todos los efectos municipales, aunque se hallaba pegada a las casas de la propia villa de Castilleja de la Cuesta, y alejada bastante de la de Tomares; por esta razón el asunto se presentaba difícil, ya que era preciso efectuar un desgajamiento de parte del término de la segunda Villa y a la vez proporcionar al núcleo vecinal que iba a venderse un término territorial a costa de los concejos vecinos. Por todo ello la gestación de esta operación se preveía larga, como en efecto ocurrió.
A pesar de ello, ya a principios de 1625 se dio la Carta Real de comisión al contador Juan Pérez de Irazábal, para llevar a cabo las averiguaciones pertinentes para su adquisición. Terminadas éstas y calculando el precio según el vecindario – setenta y ocho vecinos y medio, a dieciséis mil maravedíes cada uno, 1.256.000 maravedíes -, una Real Cédula de 11 de diciembre de ese mismo año, ordenaba que se diese al Conde la posesión de Castilleja de la Cuesta, con el señorío, vasallaje, jurisdicción y término añadido a la parte de la propia villa que él ya poseía. Tomaron tal posesión en su nombre Pedro Ramírez Fariña, asistente de Sevilla y Luís Portocarrero, conde de Palma, a quienes Olivares había apoderado convenientemente para ello. El Consejo de Hacienda acordó que el pago fuese efectuado en dos veces y dos años, pero como era de esperar, las dificultades y las contradicciones presentadas por los concejos vecinos (cuyos términos habían salido lesionados con esta operación), hicieron que el privilegio real de esta venta no pudiese ser expedido hasta diciembre de 1634; quedaba así constituido el denominado Señorío Nuevo de Castilleja de la Cuesta.
Tras la información anterior y antes de continuar con la exposición de nuevos hechos históricos cruceros de Santiago, realizar únicamente dos apreciaciones. La primera de ellas es la probabilidad que la posición del Conde Duque como valido del Rey, facilitara en esta ocasión la compra de la Calle Real y no se le frustrara como a su abuelo; y la segunda, que el término adquirido no se limitó únicamente al territorio que físicamente ocupa la actual Calle Real, sino que la superficie total abarcó los terrenos en los que se despliegan la Ermita de Guía, “más un cuarto de legua por todas partes” (legua: 5.572 metros./ 1 tercio de legua: 1.857´33 metros), las barriadas del El Faro, Nueva Sevilla, y las superficies donde se ubican los comerciales de Ikea y Airesur. Tras esta anexión, Castilleja de la Cuesta quedaría configurada desde entonces, tal y como hoy se la conoce territorialmente.
Toda esta documentación respecto a la ampliación territorial de Castilleja de la Cuesta, viene a colación, pues es a partir de estos instantes, y hasta la actualidad, cuando la Hermandad de la Santa Vera Cruz de la Calle Real, ya integrada en el término jurisdiccional de Castilleja, se convierta en la Corporación, contemporánea a la Crucera de Santiago, que posea las escrituras de fundación más antiguas. Este hecho ha sido documentado por el historiador local Don Antonio Rodríguez Navarro, en la obra: “VI Centenario de Devoción Concepcionista”, Sevilla, 2000, y de cuyo contenido extracto el siguiente párrafo: “Debido a la labor espiritual, ejercida por los Padres Terceros Franciscanos en la Calle Real durante el siglo XV, se crea esta Corporación, hecho que sucede el 9 de junio de 1478, con los títulos de: Cofradía y Hermandad de la Santísima Vera Cruz y Sangre de Jesucristo, a Honra y Gloria de Nuestro Señor y de Su Santísima Madre Concebida sin Pecado original”.
Centrándonos nuevamente en las escrituras históricas relacionadas con la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Santiago, hago referencia a la efectuada en el año 1624. En esta ocasión, el documento es un tanto confuso, pues los cofrades de dicha corporación religiosa otorgaban un poder al vecino de la Villa Juan Salvador, párroco de Santiago, solicitando autorización para poder salir en procesión la Semana Santa del templo Santiaguista, donde residía desde comienzos del siglo XVI, procesionando de este mismo lugar, tal y como queda recogido en la escritura desde el año 1542: “Sepan cuantos esta carta vieren como nos, Antón García, alcalde de la cofradía del Santísimo Sacramento y Vera-Cruz, que se sirve en la Iglesia de Señor Santiago de esta Villa, y Pedro Navarro y Diego Rodríguez, diputados, y Sebastián de Sabas, escribano de la dicha cofradía ; y Francisco Caro, Francisco López y Bartolomé López, hermanos de la cofradía de esta villa de Castilleja de la Cuesta de la Calle Real de ella por los demás hermanos y oficiales de la dicha Cofradía y en su nombre damos y concedemos poder bastante cumplido a Juan Salvador, vecino de esta Villa para que por nosotros y los demás oficiales y hermanos de la dicha cofradía pueda y parezca ante el señor provisor del arzobispado de la ciudad de Sevilla y otras cualquier justicias y jueces de S. M., y seglares y donde convenga, y pida que la procesión de la dicha cofradía salga de la dicha Iglesia de Santiago de esta Villa, según y cómo se hace y se acostumbra a salir de ochenta y dos años a esta parte, quieta y pacíficamente, y sin otra condición de parte alguna, y no salga de otra iglesia ni monasterio de esta villa, ni Calle Real de ella, y en razón de ello...fecha la carta en Castilleja de la Cuesta en treinta días del mes de marzo de mil seiscientos veinticuatro años”.
Dos son las preguntas que nos asaltan, y cuyas respuestas aún quedan en el aire, ¿porqué debía dicha Corporación solicitar cada año una nueva petición para poder salir del templo parroquial?, y ¿qué papel desempañan los miembros de la Hermandad de la Vera Cruz de la Calle Real en esta petición o solicitud, cuando en más de una ocasión se emprendieron escandalosos pleitos entre ambas?
Nuevos escritos pertenecientes a la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Santiago son las festividades religiosas celebradas durante el año, que como podremos apreciar, cobrarán un mayor interés tras la fusión efectuada con la de la Soledad y Santo Entierro, pues casi la totalidad de las mismas fueron adoptadas por la Hermandad resultante a raíz de 1795, tal y como veremos a continuación:
“La cofradía del Santísimo Sacramento y Santa Vera Cruz, cita en la Iglesia Parroquial del Señor Santiago, tiene obligación de mandar decir y cumplir las festividades siguientes:
Primeramente todos los terceros Domingos de cada mes una misa cantada con el Santísimo Sacramento manifiesto, y después su procesión por dentro de la Iglesia.
Ytt. Es de cargo de dicha cofradía todos los Jueves Santos, por la Misa y Procesión que se hace en la Iglesia.
Ytt. Es del cargo de dicha cofradía todos los Viernes Santos los oficios.
Ytt. Es de cargo de dicha cofradía la festividad de la Santa Vera Cruz, que se compone de vísperas y misa cantada.
Ytt. La procesión que dicha cofradía hace por la calle el Jueves Santo.
Ytt. Es de obligación de dicha Cofradía todos los segundos días de las Pascuas de Resurrección de Espíritu Santo y Navidad, mandar decir una Misa Cantada.
Ytt. Es de obligación de dicha cofradía mandar decir una Misa Cantada y tres rezadas por el ánima de cualquier hermano o hermana de dicha cofradía.
Ytt. El día de la Ascención de Nuestro Señor Jesucristo siendo obligación dicha cofradía de hacer una fiesta con sexta y misa cantada.
Ytt. El día del Corpus Cristi, tiene obligación dicha cofradía de decir vísperas y misa cantada y dar cera para todas las festividades aquí mencionadas.
Ytt. El Domingo de Resurrección se dice por la madrugada misa cantada con el Santísimo de manifiesto, que hace procesión por dentro de la Iglesia”.
A continuación son citadas también las festividades celebradas por la Hermandad de la Soledad y Santo Entierro de Cristo, con la intención de apreciar y cotejar las que finalmente se celebrarían tras el mencionado proceso de fusión (7):
Ytt. Primeramente todos los Cuartos Domingos de cada Mes, una Misa Cantada a la Asunción de Nuestra Señora.
Ytt. Es de obligación de la dicha Cofradía el día de los difuntos todos los años, mandar decir una Misa Cantada de su vigilia y su procesión después.
Ytt. Es de obligación de dicha Cofradía mandar decir Vísperas de Misa Cantada en día de la Asunción de Nuestra Señora.
Ytt. La procesión que dicha cofradía hace por la calle el Viernes Santo.
Ytt. Por cada hermano o hermana que muriere de dicha Cofradía, tiene obligación a a mandar a decir una Misa Cantada de Requiem y tres rezadas.
Ytt. Si el día Quince de Agosto si hay Procesión por las calles, le toca al Beneficiado por sus derechos de vísperas y Misa, Sermón, y teniendo de Manifiesto al Santísimo y Procesión”.
Continuando con el desarrollo de las festividades religiosas de la Corporación damos a conocer algunos datos sobre el desfile procesional que realizaba cada noche del Jueves Santo. Al igual que el resto de Corporaciones de similar advocación, en las salidas procesionales de la Hermandad de Santiago tan solo participaba, al menos hasta mediados del siglo XVII, la imagen de un Crucificado siendo portado por un clérigo, acompañado en nuestro caso de un reducido número de hermanos, algunos de ellos disciplinándose. Era un desfile austero, devoto y penitente, sin lujo, música ni boato alguno, más que un tambor destemplado o una trompeta que tocase “a dolor”. A comienzos del siglo XVIII, una imagen mariana se sumaría al cortejo, Nuestra Señora de la Soledad, titular de la Corporación fundada en Santiago en 1567: “Santo Entierro de Cristo y Soledad de Nuestra Señora”, llegando a desfilar con ambas Hermandades, el mencionado Jueves Santo y el Viernes Santo por la tarde. Ya por aquel entonces el primitivo crucifijo, cuya imagen fue plasmada en el número anterior del Boletín, fue sustituida por una de mayor tamaño, pudiendo ser apreciada en el muro del Evangelio de la Parroquial de Santiago.
Su salida era efectuada desde su fundación de su capilla hospitalaria, para hacerlo ya desde el templo parroquial a comienzos del Quinientos, tal y como hemos mencionado con anterioridad. Tras recorrer algunas calles de la localidad, se dirigía a la salida de la misma, en este caso hacia la confluencia de las actuales Valle y Príncipe de Asturias y 28 de Febrero, donde existía un humilladero con una Cruz. Al regreso, y mientras permaneció ubicada en el Hospital de Cuerpo de Cristo, los “hermanos de sangre” se lavaban sus heridas con pócimas y ungüentos que previamente se habían preparado en unas calderas: “hacias de lavar los hermanos”, expresión que aparece en los textos.
Otra festividad a destacar era la del Corpus Cristi. Por expreso deseo de la Jerarquía Eclesiástica, después del Concilio de Vienne 1311-1317 (XV Concilio Ecuménico), la Hermandad Crucera de Santiago, al igual que otras Cofradías, quedaría estrechamente unida a la celebración de la misma fiesta, obteniendo su difusión pública una vez establecida en el templo matriz de la Villa. De dicha festividad existen nuevos datos pertenecientes a dicha Hermandad, más concretamente a los años de 1721 y 1729 inclusive, en los que la Hermandad, ya titulada “del Santísimo y Santa vera Cruz”, realizaba una octava en honor del Santísimo Sacramento, haciéndola coincidir anualmente con la festividad de San Juan Bautista. Curiosamente, las celebraciones de 1728 hubieron de ser suspendidas por la falta de hermanos a dicha celebración, tal y como recoge en una nueva escritura de la referida Corporación: “En auto de 14 de febrero del año 1729, mandó V.S., a la Hermandad que se llama Hermandad del Santísimo, que no se multase a sus hermanos porque dejasen de asistir, estando ausentes a la Festividad del Corpus, pero que transfiriéndose a otro día la Procesión les obligaba la asistencia bajo la pena de la Regla” .
Respecto a las imágenes titulares que poseyó la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Santiago, de las que ya han sido ofrecidas algunas pinceladas, existe documentación desde finales del siglo XV, y muy especialmente en un Libro localizado en el Archivo Parroquial de Olivares perteneciente a la misma, en el que se incluye abundante información de los siglos XVI al XVIII, que se irá desglosando en el siguiente capítulo.
TEXTOS: Juan Prieto Gordillo
Profesor de la Universidad de Huelva
Historiador de la Hermandad