A la conclusión del sexto día del Solemne Septenario Doloroso a Nuestra Señora de la Soledad, la iglesia parroquial de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta acogió el pasado sábado, 4 de marzo, el XVIII Pregón Joven de la Hermandad, una cita en la que el pregonero, N.H.D. Álvaro Valero Rodríguez, hizo disfrutar a todos los presentes con un pregón lleno de hondura, madurez y amor hacia la Hermandad y sus Sagrados Titulares.
Abrió el acto la Banda de Cornetas y Tambores 'Santísimo Cristo de los Remedios', de la Hermandad, que interpretó en primer lugar la marcha 'Pater et magister', tras lo que N.H.Dña. Natalia Cruz Clemente dio la bienvenida a todos los asistentes e introdujo el acto, organizado por el Grupo Joven de la corporación santiaguista.
A continuación, y tras los sones de 'Ave María', N.H.D. Ángel Fernández Moreno llevó a cabo la presentación del pregonero, dedicándole hermosas palabras de hermandad y recordando algunos de los momentos vividos junto a él.
Tras la interpretación de 'El desprecio de Herodes', comenzaba la intervención del pregonero, que inició sus palabras dedicando su pregón a "A todos aquellos placeños que emprendieron el camino hacia la casa del Padre", en especial a sus abuelos, ampliando su dedicatoria también a su madre, "razón y ser de que yo esté hoy subido a este atril".
En el día en que cumplía 20 años de edad, Álvaro Valero continuó desarrollando después un texto escrito mayoritariamente en verso que llevó al atril con gran aplomo, pidiendo "silencio" para describir los preparativos de una nueva Cuaresma:
Se sabe que falta poco
porque ya el Señor recibe besos en sus pies
de sus devotos
y plegarias
y jaculatorias
y hasta estampitas rozan su piel.
Ya el pueblo besa las manos de una Virgen de duelo
que entre el dolor y el alivio
no encuentra consuelo.
Maldito el martirio
de mí, el delirio
tú, la reina del cielo.
Con un templo parroquial completamente lleno para la ocasión, y con la presencia del párroco y director espiritual de la Hermandad, el reverendo Alfonso José Filiberto del Castillo, y del hermano mayor, José Antonio Sánchez Mejías, el pregonero dedicó después una emocionadas palabras al Santísimo Cristo de los Remedios:
No me dejes nunca solo
que no hay manera
ni modo
de encontrar el Remedio
de no estar a tu vera,
y más si es primavera
y en tu cara se refleja
la luz de la Virgen morena.
Si alguna vez solo andara
no tengo que temer nada
porque la Soledad no es mala.
Nada me va a estremecer tanto
como que sea Viernes Santo
y no vea tu urna dorada.
Que no les falte salud a los míos
que yo sé que tú eres un río
infinito de lozanía.
Solo me basta pensarte
si estoy en la lejanía
para dejarte
que mi alma sanes
porque tengo el alma hería
de tanto amarte.
Tras los sones de la marcha 'Nuestro Padre Jesús de los Remedios' a cargo de la banda, el pregón continuó con un vívido pasaje dedicado a la cruz de Santiago y a la historia santiaguista de Castilleja de la Cuesta, que concluía así:
Santiago el mayor, hijo del trueno
tú que eres dueño de este terreno
llegue a tí nuestro clamor
de todo los que te rezamos con fervor.
No hay nada que temer
pues voy con la cruz de Santiago por compaña.
Y aunque fuera cosa del ayer
y a veces quisiera retroceder
mi hermandad llevó a cabo tremenda hazaña.
Y al recordarlo la añoranza me va castigando,
es signo de los años y la alabanza,
Castilleja por Santiago proclamando
¡Qué grande es ser de la plaza!
Tras dedicar unos preciosos versos a la salida procesional de Nuestra Señora de la Soledad ataviada de Pastora el pasado mes julio, Álvaro Valero reflexionó sobre los 'tiempos de Dios', señalando la necesidad de una confianza plena en Él y en la Virgen María a pesar de las dificultades.
José Manuel Valero, padre del pregonero, interpretó a continuación una bella soleá acompañada a la guitarra por Manuel del Saz, tras lo que Álvaro Valero se derramó en elogios a Nuestra Señora de la Soledad, arrancando el aplauso unánime de todos los presentes:
Porque yo no creo en suertes oportunas
ni en azares,
yo creo en tí.
Pues no hay mayor fortuna
que verte bajo la luna
en tu palio carmesí.
Bendito cada suspiro
que por tí se escapa.
Bendito cada viva
en el que te dicen guapa
y provocas el delirio.
Y benditas aquella manos,
las que te hicieron,
que una vez terminado,
dijeron: “¡Ahí va un pedazo de cielo!”.
El pregonero se refirió después a algunos de los recuerdos de su infancia vinculados a la Hermandad, dedicando palabras especialmente cariñosas a su madre, quien le inculcó desde pequeño su vinculación con La Plaza.
Se propuso después el pregonero mostrar a todos los presentes su Viernes Santo, "el día más grande del año, para todos los placeños de hoy, y de antaño", concluyendo este apartado del pregón con unos versos que fueron especialmente aplaudidos por todos los presentes:
Y si un Viernes Santo me muero
le diré a San Pedro,
que vengo de estar
con la madre de Dios,
que vive en Castilleja
y es reina de los cielos
y el Señor de los Remedios,
que es el Dios de mis desvelos,
y es con quien yo muero.
Ya en el tramo final del pregón, se refirió al Domingo de Resurrección, cuando "Ya todo es blanco y ‘colorao’, blancura pascual que celebra la salida de la carreta con su grandioso simpecado", ahondado a continuación en el significado de este día para todos los cristianos:
Sin duda, verte el Domingo
es la mayor señal de Victoria.
Seña de cinco siglos
derrotando a la mortuoria.
Victoria de la vida sobre la muerte.
Victoria que se escribe en rojo y blanco.
Victoria que anuncio en este canto
y que vive en nosotros siempre.
Y cuando sea Domingo de amanecía
y el alba abra paso a un nuevo día,
cuando la muerte esté vencía,
serás tú quien nos anuncie
que Dios resucita siempre
en las manos de María.
Con el acompañamiento musical de fondo del trío de 'Pasa la Virgen Macarena', el pregón concluyó engarzando una larga serie de versos que finalizó ante un clamor de aplausos y con el público puesto en pie:
Y cuando la noche esté a punto de acaecer
y la muerte se haga notoria
y se reafirme,
vendrá tu recuerdo para ser
quien llame a mi memoria
por el camino más corto para herirme.
Pues ese Viernes siempre revive
el alma de quienes están en la gloria
pero en el pensamiento viven.
Y cuando sean las ocho de la tarde,
cuando se abran esas puertas,
y la cruz que anuncia tu llegada,
quede perfectamente enmarcada,
bajo el dintel de la cancela.
Cuando mis nervios no pueda aguantar
y nos echemos a caminar
una vez más,
dando ejemplo de hermandad.
Y cuando mis ojos, entre lágrimas,
decidan verte por tu arco
y sienta que todo llega a su final,
sabré que aún es Viernes Santo.
Con la entrega de recuerdos tanto al presentador como al pregonero, así como la interpretación de la Marcha Real, concluía la décimo octava edición del Pregón Joven de la Hermandad, una cita que puso de manifiesto cómo la semilla cofrade continúa dando preciosos frutos en la juventud de La Plaza.
FOTOS: José Rodríguez Polvillo.