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Verdad: Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.

Belleza: Cualidad de bello.

Bello: Que, por la perfección de sus formas, complace a la vista o al oído y, por extensión, al espíritu.

Con estas tres definiciones que recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se puede definir el XXXV Pregón de la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol.

Verdad, porque la hubo. Palabras hondas de un cristiano comprometido con su fe y con su hermandad.

Y belleza, porque se exaltó la hermosura, con un lirismo y una poesía pocas veces vista en este atril.

El acto dio comienzo a partir de las 21:00 h. en el interior de la iglesia de Santiago, con la imagen de Nuestra Señora de la Soledad expuesta en besamanos en la noche previa a la celebración de la Solemne Función Principal de Instituto de la Hermandad.

Al acto, que llenó por completo el templo, asistió el párroco y director espiritual de la hermandad, D. Alfonso J. Filiberto del Castillo, una representación del Ayuntamiento de la Villa, el alcalde de Gines, D. Romualdo Garrido Sánchez y una representante de la Agrupación Parroquial San Ginés, además de todos aquellos colectivos que forman parte de la hermandad, destacando la presencia de la Banda “Santísimo Cristo de los Remedios”, que interpretó varias marchas durante el acto.

Cuando el pregonero, los presentadores y representaciones tomaron asiento, la banda interpretó la marcha “Nuestro Padre Jesús de los Remedios” y acto seguido el secretario primero, N.H.D. Jesús Bueno Ruiz, dio la bienvenida al acto, anunciando a todos los presentes lo que iba a ocurrir esa noche en la iglesia santiaguista. Tras él, la marcha “Macarena” dio paso al presentador del pregonero, N.H.D. Álvaro Valero Rodríguez, sobrino del mismo. Álvaro, quien ya ha sido pregonero de la juventud placeña, desgranó desde la confianza que tiene con su tío José y la admiración que siente por el mismo, la vida, méritos y anécdotas del pregonero, lo cual hizo emocionar y reír a los presentes, especialmente a sus familiares que ocupaban los primeros asientos de la nave central de la iglesia.

Tras recibir un fuerte aplauso y fundirse en un abrazo con el pregonero, la banda interpretó la marcha “A mi Cristo de los Remedios”, tras la cual se dirigió al atril el protagonista de la noche ante los deseosos ojos y oídos de los presentes.

N.H.D. José Rodríguez Polvillo no defraudó. Desde su profunda fe, su amor a los sagrados titulares, su vinculación familiar con la cofradía, sus vivencias y su sapiencia y buen hacer, deleitó a los presentes con una retahíla de fragmentos de prosa y largos versos hermosamente compuestos. Su profesión como periodista y su interés por la historia quedó patente en el desarrollo del pregón.

Su intervención comenzó fuerte, con unos versos donde hiló su pasado familiar y algunos hermanos destacados de la corporación, terminando los mismos de esta forma:

Y volveremos a encontrarnos

donde la Fe es verdadera,

donde juntos caminamos

con Remedios por certeza.

Hablan de ti estos versos,

habla de ti este lema,

que los mayores dejaron

como legado y promesa.

Y de nuevo enseñaremos

a los placeños que empiezan

que Soledad es el nombre

que tiene la primavera.

Tras el saludo protocolario y el agradecimiento a su presentador y sobrino, mencionó a anteriores hermanos mayores que han significado mucho en su trayectoria en la Hermandad y seguidamente recogió en una hermosa y simpática poesía algunas palabras y expresiones puramente placeñas con las que todos nos identificamos.

El Viernes Santo y su profundo significado ocupó el siguiente espacio para, a continuación, dedicar un hermoso apartado al Santísimo Cristo de los Remedios que culminó de esta forma:

Y aunque de nuevo, Señor,

mis pasos de ti me alejan,

quédate siempre conmigo,

pues contigo todo empieza.

Y de nuevo comenzamos

con tu ejemplo por certeza

abrazados a la cruz

convertida en nuestro emblema.

Se disipan nuestras dudas

al rezarte Castilleja,

que sabe que en tus Remedios

están todas las respuestas.

Tras el Señor de los Remedios, le llegó el turno a la Virgen de la Soledad, deshaciéndose en elogios con su hermosa imagen e intentando tomar su medida a través de diferentes formas que aporta la literatura, usando el soneto, un decálogo de versos engarzados para terminar con una soleá, fragmento que culminó con un largo aplauso.

Seguidamente, y de manera magistral, enlazando con el rojo que tanto identifica a la Hermandad como un hilo conductor y usando sinónimos de ese color destacó el pasado santiaguista del pueblo, pasando por el paso del Duelo, las Jornaditas, los Campanilleros, las Cantoras, etc., todo ello para continuar con un fragmento titulado “Geografía de los nuestro” desgranando el significado del recorrido de la cofradía el Viernes Santo.

El espacio siguiente dedicado al santo patrón Santiago fue sublime, alcanzándose con él uno de los momentos claves del pregón, muy aplaudido por los presentes. Finalizó de esta forma:

Aquí en el siglo catorce,

cuando nada de esto había,

ya campeaba tu nombre

y decían a porfía

los lugareños de entonces:

Santiago, sé mi guía,

deja que me enamore

del Amor que da la vida.

Te lo digo y esto es cierto:

la Historia así lo refleja,

son hijos del mismo tiempo

el Patrón y Castilleja.

Continuó el pregonero con las Jornaditas y las Cantoras, el Domingo de Resurrección y terminó dando las gracias a Dios en el último fragmento del mismo de esta manera:

Gracias por hacer mía

la Hermandad que está en mi alma

y poder contar su historia

varias veces centenaria.

Gracias por hacer que aquí

me sienta tu pregonero,

para escribirte y así

coronarte con un verso.

Gracias siempre, Soledad,

por hacer de esta mi casa.

Gracias, mil gracias, Señor,

por hacerme de La Plaza.

Tras un largo aplauso, la banda interpretó la marcha “Pasión, Muerte y Resurrección” y acto seguido el hermano mayor hizo entrega de un recuerdo tanto al presentador como al pregonero, para culminar el acto con la Marcha Real, poniendo el punto y final a este acto que el mismo pregonero ha titulado “Una voz encarnada”, verdadera y bellamente de la Plaza.

TEXTO: Manuel Pablo Rodríguez.

FOTOS: Carlos Jordán.