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En el presente capítulo, vamos a ir finalizando el interesante contenido documental ofrecido durante los siglos XVII y XVIII en el ya conocido Libro de Datas de la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Santiago. En esta ocasión,  haremos mención  de algunos de los pleitos ocasionados entre miembros de la Hermandad, además de algunas de las visitas efectuadas por los Abades de Olivares a las propiedades religiosas de la villa de Castilleja de la Cuesta, entre las que se encontraban la parroquia matriz de Santiago Apóstol, la capilla de la Santísima Trinidad y las ermitas de Nuestra Señora de Guía y de Nuestra Señora del Rosario.

La llegada del siglo XVIII va a suponer para la Hermandad Sacramental de la Santa Vera Cruz de Santiago de nuestra localidad, el principio del fin de la autonomía jurídico-eclesiástica que durante más de dos siglos había ostentado. Poco a poco, la disminución del número de hermanos, con la consiguiente reducción de ingresos económicos que se efectuaban para sufragar los actos religiosos y festivos, propiciaría el acercamiento, cada vez más patente, hacia la Hermandad de la Soledad y Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo; cuestiones que sin embargo no evitaron que durante este periodo continuaran surgiendo roces entre las mencionadas Corporaciones.

Para un mayor conocimiento respecto a la triste situación económica por la que atravesaba a comienzos del dieciocho la Santa Vera Cruz, son ofrecidas a continuación algunas escrituras que corroboran este hecho. Tal es así, que en un cabildo extraordinario realizado el día 4 de abril de 1710 en la iglesia parroquial, la Junta de Gobierno solicitaba una ayuda económica a sus hermanos para poder comprar cera para alumbrar al Santísimo Sacramento y para el funeral de sus difuntos. Este hecho no era nada nuevo, pues como se añade en el texto ya se venía produciendo desde hacía varios años: “…estando en Cabildo en la Iglesia Parroquial de Señor Santiago Apóstol los señores D. Diego Navarro Montiel, Alcalde, José de Cabrera González el Mozo, Diputado, Antonio Rodríguez Caro y Cristóbal de Aguilar, Mayordomos; y Diego de Castro Lasca, Muñidor, todos oficiales de la Cofradía del Santísimo Sacramento y Santa Vera Cruz, sita en dicha Iglesia para el efecto de que entre todos los hermanos se juntase limosna para comprar cera para alumbrar al Santísimo Sacramento, por cuanto de seis o siete años a esta parte, esta dicha cofradía, tan aniquilada que en el día de hoy no hay en las arcas no hay un cabo de vela para alumbrar a S. Majestad, ni para dar a los hermanos difuntos como es costumbre…”.

A todo lo anterior hay que sumar la poca asistencia de los hermanos a los cabildos, a pesar de la obligatoriedad expuesta en uno de los capítulos de sus centenarias reglas. Este hecho fue puesto en conocimiento de las autoridades eclesiásticas de la Abadía por los dirigentes de la Hermandad, apelando a que se cumpliesen las reglas y que se pusiesen al día el cobro de las cuotas pendientes so pena de excomunión. En el mencionado año la Junta de Gobierno de la Hermandad estaba formada por los señores, Diego Navarro Montiel, Alcalde, José de Cabrera González el Mozo, Diputado, Antonio Rodríguez Caro y Cristóbal de Aguilar, Mayordomos; y Diego de Castro Lasca, Muñidor.

A pesar de todos los avatares sufridos durante el transcurso del siglo, la Hermandad, apoyada cada vez más en la de la Soledad y Santo Entierro, intentaba mantener la apariencia de cierta normalidad respecto a sus funciones litúrgicas y procesionales, llegando a realizar contratos con afamados orfebres para la realización de objetos de platería. De hecho, y durante los años de 1721 y 1729 la corporación continuaba celebrando, entre otras, las festividades de San Juan Bautista y la Octava del Corpus, pero cada vez con menos asistencia de hermanos. Curiosamente, el Santísimo no procesionaba el día del Corpus Cristi, tal y como era costumbre en otras hermandades, sino que se reservaba para la festividad del Bautista. Debemos recordar también que el Santísimo, tal y como quedaba recogido en uno de los capítulos de sus primitivas reglas, también procesionaba por el interior del templo el Domingo de Resurrección por la madrugada: “Ytt, el Domingo de Resurrección se dice por la madrugada Misa cantada con el Santísimo de Manifiesto que hace procesión por dentro de la Iglesia”.

De mediados de siglo es la realización de dos varas de plata para presidir las funciones eclesiásticas y los desfiles procesionales que periódicamente efectuaba la Hermandad crucera. Entre las datas anotadas en el año 1750, y no exenta de polémica, se hace mención a la ejecución de unas nuevas varas de plata que se estaban realizando, bajo el mandato del Hermano Mayor Cristóbal Jiménez. El pago de las mismas corrió a cargo del mencionado hermano y de Juan Francisco Sebastián Vanderleye, “Hermano Moderno de la Hermandad del Santísimo Sacramento y Santa Vera Cruz”. Para dicha cuestión cada uno hubo de poner en las varas un cañón de plata de valor de 37 reales y 17 maravedíes de vellón.

Continuando con el desarrollo histórico de la obra, la Abadía de Olivares, tal y como era costumbre desde su fundación, enviaba periódicamente a su máximo representante, o algunos de sus secretarios, para comprobar el estado económico y espiritual en el que se hallaban sus propiedades eclesiásticas y la situación de aquellas hermandades que pertenecían a las mismas, entre las que se hallaban, las residentes en la parroquia de Santiago. Tras ser registrado el estado de las cuentas, y siguiendo el protocolo, sin solución de continuidad eran efectuadas unas ordenanzas o “mandatos” para corregir aquellas deficiencias que según la autoridad eclesiástica presentaban las Corporaciones.

     Efectivamente, y durante el amplio periodo que cubren las páginas de la obra, los siglos XVII y XVIII, son registradas las visitas efectuadas a las dependencias de la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Santiago. A través de estas se puede ir comprobando cómo desde mediados del siglo XVII, la liquidez de la corporación iba disminuyendo ya de forma alarmante, hecho provocado en gran medida por la fuerte crisis económica que azotaba a toda la comarca, viéndose incrementada por la epidemia acaecida en 1649, lo que propició en Castilleja de la Cuesta un fuerte descenso de población, entre la que se hallaban algunos de sus hermanos, con la correspondiente pérdida de tributos. 

Por orden cronológico, y por su enorme extensión son citadas aquellas que presentan cierto interés para la Hermandad: La primera, fechada a día 28 de septiembre de 1667, fue llevada a cabo por el abad Juan Bautista Navarro, siendo por aquel entonces cura de la Villa el señor don José de Luque; la Hermandad contaba en aquel año con una liquidez de 999 reales para llevar a cabo sus necesidades litúrgicas y festivas.

Las siguientes visitas aparecen registradas nuevamente por la firma del Abad Navarro, los días 16 de octubre de 1670, el 23 de julio de 1672, y el día 30 de agosto de 1673; en la primera de éstas la cantidad que aparece anotada es la de 503 reales y medio, y en la segunda 576 reales y medio. Ante la alarmante bajada de ingresos, la Abadía recurrió al manido tema de la Excomunión para aquellos miembros que no estuviesen al día en el pago de su Hermandad respecto a las cuotas y tributos a los que estaban sometidos: “…visitó la cofradía del Santísimo Sacramento y Santa Vera Cruz sita en la Iglesia Parroquial Matriz de Santiago y recibió las cuentas tomadas a sus mayordomo y las  mismas que ha dado Pedro de Cabrera y Sebastián de Luque…en que consta resultan alcanzados quinientos setenta y seis reales y medio en los cuales su Señoría Reverendísima los condenó para que dentro de seis días  lo paguen a la dicha cofradía o a quién por ella los hubiere…cumplan en virtud de Santa Obediencia y pena de excomunión mayor, aprobó dichas cuentas…”. 

De gran interés fue la efectuada en el año 1673 por la información que nos ofrece respecto a varias cuestiones internas de la Corporación. Realizada por el señor Navarro, se hace mención a la procesión que cada tercer domingo de cada mes se efectuaba con el Santísimo Sacramento por el interior del templo santiaguista: “…teniendo obligación toda la Hermandad de asistir en dicha misa y procesión en conformidad de lo dispuesto por la Regla de ella, muchos de los hermanos no lo hacen…”.

Ya en el siglo XVIII, cabe destacarse la efectuada en 1715 por al abad Luis Francisco Sánchez Duro de Velasco, canónigo de la catedral de Osma, en la que se recogieron los siguientes mandatos: “Primeramente, mandó que el caudal de esta cofradía se anote por números, señalando a cada tributo el pago por el protocolo de fábrica… Que el escribano de esta cofradía tome las cuentas a la norma, con la misma claridad, diciendo de que proceden las partidas del cargo, si son de tributos, quién los paga, y por cuantos años, y si son de limosnas u otros efectos, quién los da, porque razón, y en qué ocasiones…Y que por las misas de fiesta de mes, cantadas, se paguen al cura seis reales, y al sacristán dos…” (7). No debemos olvidar que fue dicho Abad quién volvería a ratificar este mismo año,  el patronazgo que desde finales del siglo XIV ejercía Santiago Apóstol en nuestra localidad de Castilleja de la Cuesta.Que el día de Santiago, se haga procesión con su Santa Imagen como Patrono de Nuestra España y de Esta Villa, por la Plaza en las andas que un devoto está haciendo, respecto de quedar limosna señalada en el Libro de la Cofradía para este efecto.  

La última visita que aparece anotada, volvió a ser realizada por el citado abad Sánchez Duro, el día 12 de enero de 1741.

Con esta documentación queda clausurado el contenido histórico del Libro de Datas de la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Santiago, cuya temática es la de mayor antigüedad conservada respecto a las hermandades de penitencia que existen en nuestra localidad, por lo que se ha convertido en pieza fundamental no solo  para el conocimiento histórico de la hermandad crucera de Santiago,  y para el devenir de la Soledad y Santo Entierro de Nuestro Cristo de los Remedios, sino también para el conocimiento de ciertos aspectos de la sociedad castillejana de los mencionados siglos. En la siguiente entrega ofreceremos información, ya de distintas fuentes documentales, en la que aparecen citados  algunos pleitos acaecidos durante el siglo XVIII entre la Primitiva Hermandad de la Santa Vera Cruz, contra las otras dos corporaciones de penitencia existentes en nuestra Villa, su homónima de la Calle Real, y la nuestra de la Soledad residente también en Santiago.

TEXTOS: Juan Prieto Gordillo
Profesor de la Universidad de Huelva
Historiador de la Hermandad