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El 10 de agosto se cumplen 500 años del inicio de una gesta sin paragón: la Primera Vuelta al Mundo, una iniciativa española que estableció un antes y un después en el conocimiento de la esfera terrestre y de la que ahora se celebra su quinto centenario.

Lo que no es tan conocido es la estrecha vinculación que existe entre la expedición completada por Elcano y la Cruz de Santiago, sin duda uno de los grandes símbolos asociados desde hace siglos con España y los españoles.

La expedición había salido de Sevilla el citado 10 de agosto de 1519 con el objetivo de llegar a las Islas Molucas (o Islas de la Especiería) y obtener así las cotizadas especias de manera directa, sin los tradicionales intermediarios comerciales de Oriente Medio. El viaje estaba financiado por el rey de España, Carlos I [1], siendo nombrado Fernando Magallanes capitán de aquella armada de la que formaron parte casi 250 hombres.

Gran parte de lo que hoy sabemos sobre el desarrollo de la expedición se lo debemos a Antonio Pigafetta, quien participó en la travesía como un integrante más y actuó como cronista de la misma, tomando notas durante el viaje para publicar, años después , su 'Relación del primer viaje alrededor del mundo'.

Tras un sinfín de infortunios y dificultades narrados por Figafetta, las naos 'Trinidad' y 'Victoria' llegan a Las Molucas en noviembre de 1521. Una vez llenas las bodegas de los barcos, la 'Victoria' zarpa rumbo a España, pero no por el mismo camino que la había llevado hasta allí, sino hacia el oeste, buscando así realizar, por primera vez en la historia, la vuelta completa al globo terráqueo, algo que originalmente no estaba previsto.

Aquella decisión acabaría pasando a la historia, y con ella la Cruz de Santiago, enseña que desde ese momento lució en sus velas la nao 'Victoria' hasta su regreso a Sevilla. Pigafetta, en sus anotaciones del 16 de diciembre de 1521 (justo antes de zarpar de vuelta) lo cuenta de este modo: "Este mismo día pusimos en los navíos velas nuevas, sobre las que pintamos la cruz de Santiago de Galicia, con esta inscripción: ESTA ES LA FIGURA DE NUESTRA BUENAVENTURA".

La 'Santiago', una de las cinco naves

Además del enorme valor simbólico de la Cruz de Santiago ondeando en las velas en su regreso a Sevilla, varios hechos más vinculan la histórica expedición con la devoción santiaguista. Así, como es bien sabido, fueron cinco las naves que partieron del muelle de las Muelas de Sevilla, situado junto al antiguo convento de Nuestra Señora de los Remedios (actual Museo de Carruajes). Una de esas naves, la más pequeña de las cinco, llevaba por nombre 'Santiago', siendo capitaneada por Juan Rodríguez Serrano y tripulada por 31 marineros.

La 'Santiago' era una embarcación del tipo 'carabela', similar a otras dos naves de fama universal: la 'Pinta' y la 'Niña', que participaron en el no menos histórico Descubrimiento de América 27 años antes.

Al contrario que aquellas, la 'Santiago' nunca regresó a España, ya que naufragó el 22 de mayo de 1520 (nueve meses después de la partida) mientras se encontraba haciendo labores de reconocimiento cerca del río Santa Cruz, en la Patagonia (actual Argentina). El cronista del viaje, Antonio Pigafetta, lo cuenta así:

"El navío Santiago, que se había destacado para reconocer la costa, naufragó entre los escollos; sin embargo, toda la tripulación se salvó de milagro. Dos marineros vinieron por tierra al puerto en que estábamos para hacernos saber el desastre, y el capitán general envió inmediatamente algunos hombres con sacos de galleta. La tripulación permaneció durante dos meses en el sitio del naufragio para recoger restos del navío y las mercancías que el mar arrojaba periódicamente a la orilla, y todo este tiempo se les envió víveres, aunque la distancia era de cien millas y el camino incomodísimo y fatigoso, entre espinas y malezas, entre las que había que pasar la noche, no teniendo más bebida que el hielo, el que había que machacar, cosa que costaba gran trabajo"[2]

Aunque Pigafetta señala que no hubo muertos en el naufragio, sí que hubo uno, tal y como se recoge en la posterior 'Declaración de personas fallecidas en el viaje al Maluco', donde podemos leer: "Martes, veinte y dos días del mes de mayo, se ahogó un negro, esclavo del piloto Juan Serrano, el cual se ahogó en el navío de Santiago cuando se perdió"[3]

Tras el naufragio de la 'Santiago', Magallanes distribuyó a su tripulación en el resto de los barcos, nombrando a Juan Rodríguez Serrano (antiguo capitán de la nave santiaguista) como nuevo capitán de la nave 'Concepción', cuyo capitán anterior, Gaspar de Quesada, había sido ejecutado días antes por traidor, al ser uno de los principales cabecillas de un motín que Magallanes logró sofocar a tiempo.

Magallanes y Elcano, santiguistas

Pero las vinculaciones de los expedicionarios con la devoción santiaguista no acaban ahí. Así, el propio Fernando Magallanes, capitán general de la expedición, era Caballero de la Orden de Santiago, como se hace constar en diversos documentos referidos a su persona [4]. Dicho título le había sido concedido por el propio rey de España ya antes de la expedición, quizá para reforzar su autoridad al mando de un importante grupo de hombres que podrían haber recelado de que un portugués estuviese al mando de una empresa tan importante para España.>

Como es conocido, Magallanes murió durante la travesía y fue Juan Sebastián Elcano quien decidió realizar el regreso a España no por la ruta por la que habían llegado a Asia, sino continuando hacia adelante, completándose así por primera vez la circunnavegación de la tierra.

Una vez en tierras españolas, Elcano escribe al ya emperador Carlos para pedirle varias mercedes como recompensa por a su hazaña, entre ellas el hábito de caballero de la Orden de Santiago "conforme / e como lo dio a Fernando Magallanes" [5]. El monarca no le otorgará finalmente dicha distinción, pero el interés de Elcano por el legado santiaguista seguiría muy presente hasta su muerte, como demuestra que en su testamento el marino de Guetaria destinase una limosna de seis ducados "a la iglesia del Sr. Santiago de Galicia". [6]

Memoria en Santa Ana

En recuerdo de esta estrecha vinculación de la primera Vuelta al Mundo con la Cruz de Santiago nos ha quedado un bellísimo conjunto de azulejos que puede verse en la Parroquia de Santa Ana, en el barrio sevillano de Triana. Dicho azulejo refleja la nao Victoria navegando con las velas desplegadas y una gran Cruz de Santiago en la vela mayor, además de la ya citada inscripción "ESTA ES LA FIGURA DE NUESTRA BUENAVENTURA". Se encuentra el azulejo bajo la Virgen de la Victoria [7], la misma imagen ante la que rezaron los 18 supervivientes nada más llegar a Sevilla tras su histórico viaje.

El 8 de septiembre de 1522 terminó un viaje que modificó para siempre nuestra visión de la tierra. El puerto de Sevilla fue testigo ese día de una gesta que cambiaría la historia para siempre. La noticia de la Primera Vuelta al Mundo llegó ondeando al viento una enorme Cruz de Santiago.


José Rodríguez Polvillo
Archivero de la Hermandad

 

[1] Durante la expedición de Magallanes-Elcano, el rey Carlos convertiría en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

[2] 'Relación del primer viaje alrededor del mundo', por Antonio Pigafetta. 1536.

[3] Transliteración por Cristóbal Bernal en http://sevilla.2019-2022.org

[4] Real cédula para que los Oficiales de Sevilla apuren cuanto puedan el despacho de la armada de Magallanes. AGI, 41-6-2/25. Recogido en 'El descubrimiento del Océano pacífico : Hernando de Magallanes y sus compañeros : documentos'. Por José Toribio Medina. 1920. 

[5] 'Carta de Juan Sebastián de Elcano a Carlos I solicitando diversas mercedes, con motivo de su “descubrimiento de la espeçieria'. 1522. Recogida en 'El archivo personal de Juan Sebastián Elcano (1487-1526), marino de Guetaria', por F. Borja Aguinagalde. 

[6] Testamento de Juan Sebastián Elcano, dado el 26 de julio de 1526 estando en la nao Victoria en el mar Pacífico. Falleció apenas unos días más tarde, el 4 de agosto.

[7] La Virgen de la Victoria se encontraba en 1519 en el convento sevillano que llevaba su nombre, situado en Triana y que fue derribado en el siglo XIX tras la desamortización. Tras estos sucesos, la imagen de la Virgen fue trasladada hasta la Parroquia de Santa Ana, donde está actualmente. En dicho convento y frente a la Virgen de la Victoria tuvo lugar el 9 de agosto de 1519 el rito de la entrega de banderas españolas para las cinco naves de la expedición y el juramento de los expedicionarios.

 

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