Por segundo año consecutivo, los vecinos de Castilleja de la Cuesta fueron testigos de la ferviente devoción de los placeños durante las dos jornadas jubilosas en las que nuestra corporación pone su cofradía en las calles de la localidad. Dos días en los que acompañó una gran afluencia de publico y un tiempo extraordinario -incluso algo caluroso-.
En la tarde del Jueves Santo abrió sus puertas nuestra sede canónica, quedando expuestos los pasos procesionales de Santísimo Cristo de los Remedios y Nuestra Señora de la Soledad. Así mismo se podía contemplar el altar de insignias -ubicado en la Capilla Mayor-, además de la instalación del Monumento del Jueves Santo en la Capilla Sacramental. El discurrir continuado del público que visitaba los Sagrarios de nuestra localidad hacía de introductor al día más esperado por los castillejanos de placeño sentimiento. Ya a la tarde noche, nuestra corporación recibía en la puerta de la Parroquia a la Corporación de la Inmaculada Concepción en su Vuelta de Nazarenos, presidida por el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y la dolorosa de la Piedad, y de nuevo, por la Madrugada, a los pasos procesionales de Jesús del Gran Poder y la Virgen de los Dolores.
El Viernes Santo amanecía caluroso y con un cielo completamente despejado, despertando a los lugareños, como de costumbre, un alegre pasacalles por parte de la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de los Remedios, que anunciaba lo que aún estaba por venir.
Ya por la tarde, a las 18:30 h. salía a la Plaza de Santiago la tradicional vuelta de Nazarenos por el recorrido acostumbrado y presidida por el Simpecado de Gala de Nuestra Señora de la Soledad, el cual iba acompañado por un amplio cortejo formado por otras insignias de nuestra corporación y la representación alegórica de la Fe y la Mujer Verónica. De nuevo, el acompañamiento musical corrió de la mano de la citada banda.
A las 20:00 h, como cada Viernes Santo, la Plaza principal de la Villa se llenó de un innumerable público que esperaba la salida de la cofradía de Castilleja de la Cuesta. El deleite de ver discurrir el cortejo procesional por sus calles, inspiraba en la piedad popular el azaroso rezo a nuestros Sagrados Titulares, que lucían en sus pasos, espléndidos. El recorrido fue el acostumbrado: Plaza de Santiago; Lepanto; Enmedio; Manuel García Junco; Real; Nuestro Padre Jesús del Gran Poder; Enmedio; 28 de Febrero; Príncipe de Asturias; Alegría; Convento y Plaza de Santiago.
Junto a la puerta de la iglesia, la Obra Social instaló de nuevo un palquillo para los hermanos más veteranos de la Corporación Santiaguista. Tanto en ellos, como en el público en general, se suscitaba la emoción y el júbilo de ver en la calle un año más a nuestras devociones.
Tras la Cruz de guía, nazarenos de terciopelo negro con la cruz de Santiago al pecho formaban la comitiva fúnebre que precedía al paso procesional del Santo Sepulcro. Se estrenaba el S.P.Q.R. bordado en oro sobre terciopelo negro, realizado por el taller de bordados de la Obra Social “Nuestra Señora de la Soledad”. El Rey de Castilleja se hacía presente en la Plaza con la caída de la tarde. Iban las andas hermosamente dispuestas con claveles colombianos rojos, y alumbrado por cera roja en sus candelabros. Tras la saeta interpretada por Patricia del Rio -quien también cantó a Nuestra Señora de la Soledad- desde el balcón de Antonio Santiago, el Señor del pueblo salió de la Plaza para dar paso al cortejo de su Santísima Madre.
Los nazarenos, vestidos con los colores marfil y rojo, seguían los pasos del Simpecado de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Soledad. La Virgen de Castilleja salió triunfante a su plaza, recibida por el clamor de su pueblo. En la presidencia acompañaban con vara la señora alcaldesa presidenta de la Villa, Dña. Carmen Herrera Coronil, nuestro párroco y director espiritual, D. Alfonso Filiberto de Castillo y el teniente General y jefe del Mando de Personal de Ejército del Aire y del Espacio, D. Enrique Biosca Vázquez.
El portentoso paso de palio iba adornado con orquídeas cymbidium holandesas, minis orquídeas cymbidium y gypsophila para violeteros delanteros y para la peana rosas rojas y hojas de roble. La Reina de Castilleja se presentaba vestida con el manto de terciopelo negro bordado en oro fino por las Hermanas Antúnez y saya en el mismo color, bordada en oro de principios del siglo XIX. Estrenaba el tocado; una extraordinaria blonda española de seda del siglo XIX, donada por N.H.D. Manuel Porrúa Casas. Remataba la iconografía de la Santísima Virgen la corona 'Grandiosa', entre otras piezas de joyería, entre las que podía destacar el puñal de plata y brillantes donado por el mismo devoto, y estrenado en la veneración cuaresmal del pasado año.
La Hermandad Sacramental de la Inmaculada Concepción recibió a la cofradía con estandarte y varas en la puerta de su sede canónica. Una gran afluencia de público acompañó a nuestros Sagrados Titulares, destacando el paso de la cofradía en su llegada a la esquina de acceso a la calle Real y el retorno a la Parroquia. La luna llena de parasceve brilló como nunca en la ya madrugada, ya del Sábado Santo, al recogerse la Cofradía. Nuestra Señora de la Soledad puso fin a la estación de penitencia de nuestra Hermandad perdiéndose tras las puertas del templo, que se cerraban, quedando la candelería completamente encendida, pudiéndose presagiar en el palio rojo la cercanía de la Resurrección.
TEXTO: Gregorio Quesada Rubiano.
FOTOS: Francisco Javier Contreras y José Manuel Barroso